El futuro de la integración económica entre países es,
hoy en día, un reto de la nueva economía global o la globalización, obviamente
ya no centrando su energía en el mercado financiero puesto que se ha visto que
la crisis mundial actual se ha originado precisamente en dicho mercado, es
decir, “el shock financiero, que estalló con el derrumbe del mercado de
hipotecas de alto riesgo (subprime mortgages) en EEUU en 2007” (Loser 2009, p.
2). La integración como proceso inherente a la globalización, hoy más que nunca,
debe redefinir su curso de acción y principalmente por el colapso del mercando
financiero en donde la globalización ha obtenido su poder de expansión que como
bien señala Chesnais (2005, p. 4) “las fusiones-adquisiciones de los últimos
años han empujado el proceso de concentración a niveles que parecían imposibles
hace veinte años” y principalmente concentran el capital industrial y
financiero, debe entonces capitalizar los mercados emergentes y aprovechar la
materia prima de éstos, pero con un respeto a la soberanía de las economías. El
futuro de la integración depende, entonces, del nuevo regionalismo que sin duda
impulsará la multilateralización en el siglo XXI, en donde Asia jugará un papel
importante debido a su recién integración en la economía mundial y ello gracias
al “dinamismo de la India y China” (FMI 2006, p. 2). Sin embargo, no hay que
descartar el binomio compuesto por los Estados Unidos y la Unión Europea que
han reafirmado sus lazos político-económicos a través del otorgamiento al
Presidente de Estados Unidos el Premio Nobel de la Paz, este hecho simbólico
sólo fue el reflejo “del retorno de Estados Unidos al corazón de los pueblos
del mundo” (Klein 2009, p.1). El papel de Asia será crucial dentro de las
perspectivas de la integración, si bien mantiene aún cierta reticencia en
cuanto a adherirse al nuevo orden mundial, no hay que olvidar que se han dado
ciertos procesos de integración que para nada son despreciables para lograr una
relación multilateral y como ejemplo de esto podemos citar a los diferentes
procesos de integración que tiene trascendencia en dicha región, este es el
caso de La ASEAN, la APEC y la ASEAN+3 que son
considerados como los procesos de integración de “mayor nivel de
institucionalización y desarrollo”(Cortina & Regalado 2004, p. 2) .
La
perspectiva de la integración pese a la reciente crisis que opaca su camino
tiene alternativas viables que consisten en las nuevas formas de integración,
como lo es la integración interregional, la integración geoestratégica y en
particular todas las formas de integración continental conforman la fuerza
motriz de los alcances de la integración y con ello mantener el orden deseado
de la globalización que es la multilateralización. La integración interregional
particularmente juega un papel importante puesto que representa las “fuerzas
motoras en la construcción de un multilateralismo…” (Peña 2000, p. 8).
De
está manera, la integración que representa los rieles de la maquinaria de la
globalización puede encontrar su justo nivel de aceleración suficiente para
llegar a la construcción del multilateralismo y síntomas claros de ello son la
integración de Asia en la economía global, aunque es importante resaltar que la
OMC como el organismo institucionalizado de la globalización deberá de
redefinir sus reglas de actuación en el comercio mundial y hacer que los
mercados se abran realmente sin discriminación alguna y esto se puede hacer ante
el regionalismo que “no constituye una amenaza real para la OMC” (Steinberg
2007, p. 6). Las perspectivas de la integración parecen, entonces, ir al
unísono con los objetivos del multilateralismo ya que los países que se
mantuvieron reticentes por mucho tiempo ante dicho fenómeno, hoy en día, han
logrado sacar provecho de los procesos de integración y ello se puede reflejar
en el dinamismo que han tenido en la esfera de la economía mundial y finalmente
“el comercio intrarregional también está creciendo conforme los países se
integran en la cadena de la oferta” (FMI 2006, p. 1). Pese a la crisis, es
posible afirmar que el proceso de integración conllevará al multilateralismo, a
la interrelación y a la interdependencia de las diferentes economías en los
aspectos económico, político, cultural y hasta militar, Europa es, sin duda, un
ejemplo de que se puede alcanzar un modelo supranacional que conlleve a
fortalecer el multilateralismo partiendo de los procesos de integración más
simples y la región Latinoamericana no está exento de ello puesto que al día de
hoy la APEC incluye a Chile y a Perú dentro de sus alcances de liberar el
comercio y la inversión con bases no discriminatorias. Finalmente los cambios
recientes apuntan que los procesos de integración se fortalecerán cada día más,
pero con una clara “transferencia del poder desde Occidente a Oriente” (Fisher
2009, p1).
Referencias
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